domingo, 17 de mayo de 2009

EN EL DÍA DE LA HOMOSEXUALIDAD, SALUD!


Verdaderamente, de pronto uno siente la sensación de que está transitando un espacio irreal, surrealista, donde lo que escucha y observa no se encuadra con lo que durante la vida le ha sido enseñado como parámetros de conducta, de normas de convivencia, inclusive como llaves del éxito.

A los cuarenta y algo, parece que venimos de la prehistoria y que tuvimos por padres y maestros a trogloditas cavernarios que nos deformaron la mente con conceptos tan ridículos como estudiar, ir a misa, formar una familia, respetar a la mujer y a los ancianos, no tener vicios, y toda esa extensa lista de prohibiciones fascistas que hoy descubrimos, atentaban contra nuestros más elementales derechos humanos.

Si seremos estúpidos que nos bancamos más de una reprimenda –a veces con castigo físico- sin denunciar a nuestros padres que nunca tuvieron que afrontar ni siquiera una pequeña condena en suspenso.
Y esas maestras autoritarias que nos inyectaban ideas raras sobre San Martín, Belgrano y un tal Güemes; que nos hacían llenar hojas y hojas con números, fórmulas, sujeto y predicado, pretérito pluscuanperfecto, y otras cosas peores. ¡Ah, y la vieja de caligrafía, que nos retaba si nos salíamos de esa doble línea de m…!; y esa otra que enseñaba palitos y puntitos en estenografía.
No, si nuestra generación ha sufrido demasiado… Ahora todo es distinto. Más relajado, más espontáneo, más “ligth” que le dicen (creo que se escribe así). Es sorprendente comprobar cómo estas nuevas generaciones tienen asumido su espacio, sus “derechos”, tienen una conciencia de que han conquistado el mundo a los 12 años y ya pueden ejercer de adultos, incluso siendo padres y madres precoces. Lo antes prohibido es ahora permitido y falta poco para que llegue a ser obligatorio.

El viejo dicho dice que la “culpa no es del chancho sino de quien le da de comer”, y los problemas que tenemos con los adolescentes tienen origen en la falta de responsabilidad en asumir los roles que les corresponden a los adultos.

Por adultos hay que entender esa generación –nosotros- que pasamos del autoritarismo al libre degeneramiento de las costumbres cuando llegó la democracia con la que se comía, se educaba y se curaba.

¿Así era no? Este introito valga para denunciar una “pandemia” que se está extendiendo silenciosamente entre nuestros hijos y/o alumnos. Tres hechos tienen que alertarnos y hacernos reaccionar rápidamente, aunque en cierto modo me parece que estamos tarde. El primero es la creciente conciencia de que la marihuana, esto es, el “porro”, no es nocivo para la salud.

“Más dañino es el cigarrillo, profe”, y ya en el colmo de la liviandad lo invitan a uno a “probarse uno”. A eso hay que sumar el alcohol, la “birra”, de la previa antes del boliche o de la cancha. Para ir a ver un partido hay que complementarlo con un “porro” y una “birra”, de lo contrario el espectáculo pierde condimento.

No hay que irse muy lejos. Aquí en Salta, basta con pasar por algunas esquinas de colegios céntricos y no tanto para observar una “fumata”, diríamos, al “aire libre”, mixta, donde chicas y muchachos se pasan el “porro”.

Este espectáculo se brinda antes de las ocho y después del mediodía, a la salida de clases. ¿Qué, nadie ha visto esto?

El segundo tema que ha de ocuparme hoy, a riesgo de ser tachado de nazi-facista, es el que tiene que ver con la fecha en que se conmemora el “Día Internacional contra la Discriminación por Orientación Sexual e Identidad/Expresión de Género”.

Claro, nosotros éramos tan retrógrados que el 17 de Mayo conmemorábamos el “Día de la Armada”. ¡Fijate vos! En serio, así era, ese día nos hacían formar, nos hacían cantar el Himno Nacional y nos hablaban de un tal Guillermo Brwon, que al mando de una escuadra derrotó a las naves realistas en el Combate del Buceo.

Si el colegio era privado como el que yo iba, te invitaban un milico vestido de blanco que hablaba de la Patria y cosas por el estilo.

Pero, esto, ¿a quién le puede importar? Cuando hoy que se festeja (¿?) el día de la tolerancia de la homosexualidad, el lesbianismo, el travestismo, y si por las dudas aparece alguna nueva degeneración –perdón- quise decir “orientación sexual” de la cual no tengamos todavía conocimiento, le decimos “Expresión de Género”.

¡Mirá vos si frente a este menú tan rico y variopinto nos vamos a andar ocupando de combates de hace casi doscientos años!, Celebrando el Día de la Armada Nacional cuando ya ni barcos quedan y los únicos submarinos que conocemos vienen en un vaso. ¡Andá…!

Soy consciente de que estoy atentando contra la “visión inclusiva” que rige hoy, eso, hay que incluir a todos, así, revueltos en el mismo paquete. Hemos confundido todo a tal punto que la degeneración es un derecho humano. Espere, aclaremos.

El Género define: macho / hembra, esto desde la gallina hasta mi persona y la suya. O sea, Persona, género (el que corresponda), contemplada en el artículo 30 del Código Civil. Todas las variaciones son aplicaciones subjetivas que se pueden nombrar como se quiera pero que no cuadran en el término clásico, sencillamente porque no se corresponden NATURALMENTE con él.

El hombre es hombre POR MANDATO DE LA NATURALEZA y no puede ser otra cosa, lo mismo pasa con la mujer. Ahora, que todos tienen el absoluto e irrestricto derecho a degradarse como mejor les venga en gana, estamos todos de acuerdo. Pero nunca podemos admitir que desde los gobiernos se promueva una “paideia” dirían los griegos, una “educación” para que aceptemos como normal algo que nunca lo será.

Pienso –retrógradamente, insisto- en que cada uno puede hacer de su oreja un tintero puertas adentro, incluso el artículo 19 de la Constitución lo dice claramente: “Las acciones privadas de los hombres, que de ningún modo ofendan al orden y la MORAL PÚBLICA, quedan libradas a Dios y exentas de la autoridad de los magistrados”. Clarito.

Pido públicamente disculpas al funcionario que una vez en el Honorable Consejo Deliberante hizo un “homenaje a quienes han hecho una elección diferente”. Y me quedo pensando en cuál de todas las categorías se inscribe…


Me pregunto, Ud, padre o Ud., señora, qué diría si a principio de año, cuando tiene partir a la librería para equipar a su niño/niña, entre los pedidos encuentra el siguiente título: “Manual Educativo de la Diversidad Sexual”.

No es broma. En Chile se está pidiendo y me tomado el trabajo de chequear la información y he encontrado debates del tenor siguiente, por ejemplo: “(…) donde se calificó como una ”mariconada” al lanzado por el Movilh en Chile el pasado 7 de abril. Bajo el título “el gobierno socialista extremeño se gasta el dinero en promocionar mariconadas en Chile”, el articulo difundido por el PP generó especial impacto en la Fundación Triángulo, y luego en la Felgtb, toda vez que dicha instancia jugó un rol crucial en el manual elaborado por el Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh) que se está distribuyendo en variados establecimientos educacionales de Chile”.
El “Manual” de marras, al parecer, no lo he visto lógicamente sino hasta donde llega mi investigación, predica la “normalidad” de las conductas homosexuales y dice que no son aceptadas culpa de la Iglesia Católica y su mojigata moral católica que “hemos recibido de nuestras abuelas”. No, si yo sabía que esa vieja algo tenía de fanática…
Como todo Manual, tiene “actividades”, entre las que se mencionan el invitar a un homosexual/lesbiana/travesti/transgénerico/loquesea, al aula para que “explique sus propias experiencias”, o bien, partir de visita con toda la clase a la sede de organizaciones de este tipo. Imagine Ud., el cuadro, el nene llega del cole y le dice: -¡Pa, mañana va al aula Fabiola, un transexual a comentarnos sobre su vida y luego vamos a la sede de la Comunidad de…!.

Yo ya estoy juntando para el pasaje de mi hijo y la merienda. En Chile son mucho más evolucionados que nosotros que seguimos creyendo en cosas que los curas nos inculcaron y que ahora vemos que ni ellos practican.

Allá, como país de avanzada que son el Ministerio de Educación le otorga un respaldo oficial a este “Manual”, “dándole la bienvenida, como acaba de hacerlo la jefa del Departamento de Educación Extraescolar del Ministerio de Educación, Magdalena Garretón: “son muy bienvenidos los materiales para enseñar en este tema”? (Cf. “El Mercurio”, 28 de abril, 2009). Eso es estar a la vanguardia, no como nosotros que todavía hacemos libros con el nombre de las Malvinas en inglés… ¡Ah, me olvidaba, si no puede comprarlo, el texto puede bajarlo del sitio: www.movilh.cl/index!

En lo que respecta al contenido del librito, se enseña allí a destruir toda objeción de conciencia, el individuo es totalmente libre, hasta para autodestruirse, se trata de corregir “las perversiones que se han hecho en sus directrices” y se enseña “a salir del armario” públicamente.

Esto significa que “en su proceso de auto-conocimiento, se debe destruir la “homo/transfobia interiorizada”; es decir, “(acabar) con el rechazo y vergüenza sobre su orientación sexual o identidad de género”.

Y pensar que nosotros que a esa edad andábamos leyendo el Patoruzú de Oro o Afanancio, eso explica porqué somos así ahora. Lo más serio anida en el metamensaje del librejo, aparentemente gira sobre el discurso de que todos “somos homosexuales sin saberlo”, los niños más porque se hallan “en una etapa de maduración incipiente”, y por lo tanto, “en adelante se deben comportar como tales”. Voy a revisar qué le queda de colorete en la polvera a mi hija mayor, aunque el problema es que creo que calza menos que yo.
¿Cree que la cosa termina allí? ¡No, si es completito el manualcito! Se explica que el pecado es un concepto religioso basado en la Biblia, donde no se dice nada al respecto. Estoy buscando mi catecismo para arrojarlo a la basura, mirá vos las que cosas que nos enseñaron. (Estos tipos no leyeron a San Pablo).
En el libro “Cambiando de piel” –lo mismo que la víbora- (edición “La Morada”, julio de 1997) se aconseja a los niños: “Conéctate con alguna persona homosexual que tú u otra persona conozcan.
Si puedes invítalo a conversar con el curso en el colegio”. Y yo que llevé un día al colegio a hablar a Martín Güemes, a un capitán de navío que para explique la “Vuelta de Obligado”, a Monseñor Justo Laguna y a la Banda del Regimiento, no, si estoy totalmente fuera de foco… Hay mucho más, pero me quedo en un puntito nada más: la política.
Me preguntan los alumnos que para qué quieren estudiar si entrando “en la política me yeno (sic) de guita”. Algo hemos hecho mal. Nosotros para estudiar de noche tomábamos café, ahora hay que fumar un “porro”, creímos que enamorarse de la compañera del secundario era lo más bello e inocente que nos había pasado, mentira, si el flaco del primer banco estaba mejor. Y para colmo, elegimos trabajar de otra cosa y no seguir un “cursus honorum” político. Es para matarse, ¿no le parece?

¡Eh, Sodoma y Gomorra están ahí nomás, a la vuelta de la esquina! Apúrese a cambiar, por ahí todavía está a tiempo. Yo ya no tengo remedio, voy a morir pronto fumando mi pipa, frecuentando mujeres y encima laburando de docente…

Ernesto Bisceglia

Fuente: El Intansigente

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